Efectos en salud de la exposición a radón

¿Qué es el radón?

El radón representa la principal fuente de radiación ionizante natural a la que está expuesta la población. Este gas, que no tiene color ni olor y es más pesado que el aire, se disuelve moderadamente en agua y otros líquidos. Se forma en el subsuelo por la desintegración radiactiva del radio, que procede del uranio presente en las rocas terrestres. Puede ascender a la superficie en distinto grado según la naturaleza del suelo. Por su mayor contenido en uranio, las zonas con suelos graníticos suelen presentar concentraciones más elevadas de radón.

 El radón migra del subsuelo al aire libre, donde sus concentraciones se reducen significativamente, sin representar un riesgo para la salud. No obstante, en ambientes interiores poco ventilados, como minas o cuevas, los niveles de radón pueden incrementarse y convertirse en un peligro para la salud. La difusión de gases del suelo es la principal vía de radón en interiores, aunque también puede originarse de ciertos materiales de construcción o proceder de aguas subterráneas. Actualmente, la exposición al radón es considerada un asunto de salud pública relevante.

Exposición a radón en ambientes interiores

Los principales factores que se relacionan con los niveles de radón en viviendas y otras edificaciones son:

  • Tipología del terreno: Los suelos graníticos presentan más uranio en su composición, lo que puede generar una mayor concentración de radón que en otros de naturaleza arcillosa o calcárea. Además de su composición geológica, si los suelos son permeables o porosos se facilita la salida de este gas hacia el exterior. Determinadas zonas de España, situadas principalmente en Galicia, Extremadura, Castilla-León, Canarias y Madrid, cuentan con un elevado contenido de dicho elemento en el subsuelo, por lo que presentan una mayor probabilidad de que se alcancen concentraciones más altas de radón en el interior de las viviendas.
  • Aislamiento del subsuelo: La entrada de radón en el interior de viviendas y otras edificaciones depende en gran medida de las características constructivas de los elementos de separación y aislamiento entre la edificación y el terreno sobre el que se asienta.
  • Altura respecto al suelo: El radón es más pesado que el aire, por lo que se encontrará principalmente en las plantas bajas más que en las altas. Tiende a acumularse en pisos bajos y sótanos, garajes subterráneos, bodegas, cuartos de calderas y otros espacios con nula o deficiente ventilación. La comunicación entre los sótanos y las plantas habitables pueden posibilitar el desplazamiento del gas desde las zonas bajas, por donde penetra, hasta estas últimas.
  • Mantenimiento de la vivienda: Las viviendas con deficiencias constructivas o muy antiguas tienen una mayor probabilidad de presentar concentraciones más elevadas de radón en su interior, debido generalmente a un peor aislamiento del terreno. El mal mantenimiento de éstas, con existencia de fisuras o grietas en cimentaciones, paredes y suelos, espacios alrededor de cables, en juntas de tuberías, sumideros, desagües, arquetas y otros elementos de saneamiento, etc., facilita la filtración de este gas a través de forjados, soleras y muros.
  • Materiales de construcción: algunos materiales empleados en la construcción (ladrillos cerámicos, yesos, hormigones, morteros de albañilería, etc.) contienen radio, descendiente directo del uranio, y contribuyen a la concentración total de radón en ambientes interiores. Las concentraciones de radón que pueden encontrarse en los pisos superiores suelen estar relacionadas con los materiales de construcción.
  • Utilización de aguas subterráneas: El uso doméstico de aguas procedentes de pozos o manantiales que discurren por terrenos graníticos también favorece que el radón entre en la vivienda a través de sumideros o desagües, o bien difundiéndose en el aire desde grifos y duchas.
  • Condiciones meteorológicas: La presión atmosférica, la velocidad del viento, la temperatura, la humedad ambiental y la lluvia son factores que también influyen en la mayor o menor difusión del radón hacia el interior de las edificaciones.
  • Hábitos de ventilación: Una buena ventilación contribuirá a su dilución y por tanto a la disminución de la concentración de radón en interiores

¿Por qué es peligroso para la salud?

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) clasifica el radón y sus productos de desintegración como carcinógenos humanos del Grupo 1.

El radón y sus descendientes se adhieren a las partículas en suspensión que se encuentran en el aire. Al ser inhaladas quedan retenidas en diferentes tramos del aparato respiratorio pudiendo alcanzar las partes más profundas de éste. Las partículas densamente ionizantes que emiten estos productos de desintegración interactúan con el epitelio de las vías respiratorias y los tejidos pulmonares provocando daños en el ADN.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo identificó como la segunda causa de cáncer de pulmón en la población general, sólo superado por el tabaquismo, siendo la primera causa en no fumadores.  De hecho, la OMS estima que entre un 3 y un 14% de los casos de cáncer de pulmón a nivel mundial son atribuibles al radón residencial. Los estudios epidemiológicos han demostrado convincentemente una asociación entre la exposición al radón en interiores y el cáncer de pulmón, incluso para los niveles de radón relativamente bajos que suelen existir en los edificios residenciales.

Por otra parte, es mucho más probable que el radón provoque cáncer de pulmón en fumadores, o personas que han fumado a lo largo de su vida, que en quienes nunca lo han hecho, mostrando un efecto sinérgico entre el radón y el tabaco. Se trata de dos carcinógenos reconocidos que probablemente actúen por vías moleculares distintas pero que pueden potenciar su efecto perjudicial si están presentes conjuntamente. No se ha demostrado fehacientemente que el radón tenga otros efectos sobre la salud.

La mayoría de los casos de cáncer de pulmón inducidos por el radón están provocados por concentraciones de radón bajas o moderadas y no por concentraciones elevadas. La relación dosis-respuesta es de carácter lineal, lo que significa que el incremento del tiempo de exposición aumentaría la probabilidad de desarrollar un efecto adverso en salud. O sea, a mayor exposición mayor riesgo de padecer este tipo de cáncer.

El trabajo en lugares cerrados o subterráneos entraña también un mayor riesgo de cáncer de pulmón cuando existen concentraciones elevadas de radón interior. En el ámbito laboral, al igual que en el domicilio, la exposición puede mantenerse toda la jornada durante años, lo que supone un riesgo relevante.

Medidas preventivas

Si hablamos de edificación construida y ya no es posible intervenir en la ubicación de la vivienda ni en la evaluación previa del emplazamiento sobre el que se asienta, la exposición al radón residencial puede prevenirse o mitigarse adoptando las siguientes medidas:

  • Aumentando la capacidad de ventilación de las estancias situadas en zonas de especial riesgo, principalmente de las más próximas al terreno, tanto si se trata de estancias no habitables como habitables (cámaras sanitarias, sótanos, semisótanos, planta baja…), habilitando ventanas y otros espacios para una ventilación natural, o mediante la instalación de extractores de aire (ventilación forzada). Es preferible la ventilación natural a la forzada. A menor tasa de intercambio del aire entre el interior y el exterior, mayor posibilidad de concentración de radón en el interior de la vivienda.
  • Realizando un mantenimiento estructural adecuado, adoptando medidas de aislamiento o barrera entre las superficies que separan el espacio habitado del suelo, sellando con materiales apropiados para este fin las grietas existentes en pisos y paredes, las uniones entre ambos, los espacios alrededor de cableados o pasa tubos, las juntas de tuberías y otros elementos de saneamiento, etc.
  • Evitando el uso de materiales constructivos como el granito y cualquier otro con alto contenido en uranio.
  • Si se sospecha, o comprueba mediante su análisis, que su presencia puede deberse al agua procedente de un pozo, pueden aplicarse medidas de tratamiento del agua para reducir la concentración de radón en el aire del interior, aplicando métodos de aireación y/o filtración. El riesgo para la salud asociado al radón del agua se debe principalmente a la inhalación, no a la ingestión.
  • Suprimiendo el consumo de tabaco o modificando los hábitos de uso. En cualquier caso, debería impedirse fumar en la vivienda y, sobre todo, en espacios poco ventilados. No se debe olvidar que el radón ejerce un efecto sinérgico con el tabaco en el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón.

En cualquier caso, si su zona de residencia presenta riesgo de radón y sospecha que pudiera haber concentraciones elevadas del mismo en su vivienda, considere realizar las mediciones oportunas y reforzar las actuaciones preventivas o de mitigación.

Radón en España 

Radón en la Comunidad de Madrid

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