Continuamos con el caso de Celia. Como ya ha quedado reflejado, se trata de una mujer de 19 años, soltera y consumidora de cocaína esnifada desde hace dos años. La persona que le inicia en el consumo es un novio (al que llamaremos Pepe) con el que estuvo ocho meses, la relación con Pepe la describe como más negativa que positiva, ya que él se movía fundamentalmente en el “mundo de la noche”, esto es lo que le atraía más de él, pues Celia hasta ese momento se movía con las compañeras del colegio, sus distracciones preferidas eran el cine y el senderismo; no frecuentaba bares, ni discotecas.
Describe a su familia y en concreto a sus padres como “muy tradicionales”, y dado la diferencia generacional, ella misma opina que era la más rebelde de sus hermanas y resto de su familia. Dice que lo que esperan de ella es que tenga unos estudios, que le proporcionen un buen trabajo e ingresos económicos altos; que se case y tenga hijos.
Al conocer a este chico, descubre el “ir de fiesta”, lo que le parece muy divertido e incluso interesante, por la gran cantidad de personas que empieza a conocer. Por lo que va dejando poco a poco a sus antiguas amigas, llega a decir que hace mas de dos años que no va al cine y que no sale de Madrid, impensable para ella hasta el momento que conoce a Pepe.
A los pocos meses de comenzar la relación con Pepe, Celia es consciente de estar creándose un problema, además se da cuenta que ella no significa para él, nada más que alguien nuevo para enseñar a los amigos, con los que ella no se siente cómoda, pues no tiene ningún punto en común con ellos, ni siquiera con Pepe (sabe que no encaja), no obstante se siente inclinada a seguir conociendo el “mundo de la noche”.
Celia comienza a sentirse mal, y no lo puede compartir con nadie, ya que sus antiguas amigas no se imaginan cual es su vida en esos momentos, además no la comprenderían. Y en su nuevo circulo de relaciones tampoco se siente integrada, pues ella siempre fue una niña estudiosa y responsable.
Poco a poco se va distanciando de sus amigas de toda la vida y llega un momento en que su único referente es Pepe, pero también él se ríe de ella, pues la considera una niña buena, “estrecha” y que no sabe vivir la vida.
Durante los ocho meses que dura la relación, el consumo de cocaína se hace más intenso tanto en frecuencia, como en cantidad; pasando largos periodos de tiempo con consumos diarios.
Era consciente de que su vida consistía en llorar por lo “desgraciada que era” y “lo culpable que se sentía al estar fallando a sus padres”, hasta que conseguía el dinero para meterse al menos una raya, a partir de ese momento se le olvida todo lo anterior, y… vuelta a empezar…. Afortunadamente ella misma actuaba de freno ante la cocaína, cuando se daba cuenta en lo que estaba transformando su vida.
Estos periodos de descontrol y compulsión por la cocaína, duraban como mucho 20 días. El tiempo necesario para que su familia se diera cuenta de que se había deteriorado su imagen, lo que es muy importante para Celia y le hacia rectificar durante un tiempo, normalmente no más de una semana.
Es decir predominaban los episodios de consumo, frente a los de control del mismo, no pudiendo hablar de abandono del consumo, pues como mucho conseguía estar un fin de semana sin consumir.
La familia los describe como etapas de descontrol y de “extremismo”, nada que ver con su comportamiento habitual hasta ese momento:
- adelgazamiento importante, pero comiendo mucho, casi continuamente.
- no salir de casa o bien no entrar.
- pasarse días enteros durmiendo, o estar deambulando por la noche.
- “pasar de todo” o bien “saltar por todo”.
- estar ausente durante las conversaciones familiares, o verborreica.
- manifestarse extremadamente feliz o extremadamente desgraciada.
- desatender a sus antiguas amigas (ponía disculpas falsas y absurdas) y estar pendiente de la llamada de Pepe.
- actividad frenética sin ninguna utilidad y no tener tiempo para estudiar
- pasividad o agresividad
- ……
La familia nunca sospecho de cual era la causa real de su comportamiento, pensaba que se trataba de un proceso natural debido a la dualidad que supone la adolescencia (lo empezaron a detectar cuando iba a cumplir 17 años). Hasta ese momento se manifestaba preocupada por cual seria su profesión, dudaba entre dedicarse a ser estilista de moda o a la docencia. Era una niña muy perfeccionista, lo que preocupaba fundamentalmente a la madre, siempre tenia que sacar buenas notas, tener una imagen perfecta, etc…