Conocer permite actuar (XXV). La familia ante el consumo

Celia y su familia han entrado en crisis, pues el sistema familiar queda claramente alterado cuando hay un consumidor dentro del mismo, y tienen que volver a encontrar el equilibrio, después de haber aparecido un elemento desestabilizador, como es el enterarse de que Celia consume cocaína.

Lo mismo ocurre ante cualquier cambio, independientemente de la dirección en la que se realice y de si es deseado o aceptado. Es decir, el sistema se tiene que reajustar, incluso ante las situaciones más favorables como pueden ser:

  • la entrada de un elemento nuevo (aunque sea conocido),
  • la salida de un elemento (aunque no haya sido aceptado),
  • la modificación de postura o de papel que desempeña alguno de sus miembros.

Estos cambios pueden ser múltiples y variados como: un nuevo hijo, un fallecimiento, una nueva casa, una enfermedad, una separación…, como podemos ver no siempre se trata de situaciones negativas. Lo que altera el equilibrio familiar es la incorporación de una situación nueva o diferente a la que estaban habituados y sabían manejar.

Todo cambio es una situación estresante por sí misma, y pone en marcha los mecanismos de adaptación de todos los miembros y del sistema familiar como conjunto. La familia, se siente en peligro, poniéndose en marcha los mecanismos de adaptación ante la agresión. Dos de ellos son puramente fisiológicos (los compartimos con la mayoría de los animales), necesarios para la adaptación y supervivencia de las diferentes especies, y el tercero es propio de la especie humana. Puede ser interesante conocer estos mecanismos, para afrontar mejor las situaciones (detectar las respuestas y actuar en consecuencia).

Cuando una persona se siente en peligro, el organismo reacciona, pues está “programado” para seguir vivo. Valora la situación a través de los sentidos y según lo evaluado se ponen en marcha, automáticamente los mecanismos de defensa. Las respuestas fisiológicas de adaptación ante la agresión son:

  • Ataque: El organismo entra en un estado de excitación, que el individuo suele vivir como “ansiedad”, “nerviosismo”, la postura corporal es erguida, con hombros y cabeza elevados, para parecer de mayor tamaño e intimidar a su oponente. Puede sentir taquicardia, calor, cara enrojecida y caliente, tensión muscular…, todo esta preparado para entrar en una verdadera contienda.
  • Huida: El organismo entra en un estado de inhibición, que el individuo suele vivir como “miedo”, en este estado la postura corporal es de cabeza y hombros casi en un mismo bloque (para intentar pasar desapercibido); hay palidez, los músculos están fláccidos, queda paralizado, siente fuertemente los latidos cardiacos, la tensión arterial baja (pudiendo llegar a desmayarse)…, todo esta preparado para mimetizarse y no ser percibido por su agresor. Es más, si comienza la huida física, ésta será silenciosa, posiblemente reculando, hasta salir del campo visual de su agresor.

Hay un tercer mecanismo, que es puramente humano, ya que en la actualidad, la especie humana raramente se enfrenta a peligros que supongan un verdadero riesgo de perder la vida o la integridad física, lo más habitual es que el riesgo sea perder la integridad psicológica o la condena al ostracismo; ambas cosas crean un gran estrés y disparan los mecanismos anteriores, como si se tratara de un peligro físico. En estos casos lo mejor, una vez evaluada la situación es llegar a la:

  • Negociación: que requiere una participación activa de todas las partes involucradas, un deseo de solucionar el problema, si no es así el conflicto puede ser aun mayor, pues si cada una de las partes solo quiere ganar, sin tener en cuenta que todos deben de ganar, o al menos no perder, la insatisfacción aumenta, no llegándose al consenso, como seria lo ideal.

Una vez creada la situación de amenaza a la integridad de la familia, cada uno de los integrantes se tienen que adaptar, como sepa y pueda, ya que las capacidades no son las mismas, y los mecanismos de adaptación que se pueden utilizar no tienen por que ser compartidos. Todo esto va a afectar a la “paz” familiar, y es comprensible que aparezcan los reproches, las lealtades y deslealtades más o menos claras, los ataques y las defensas sin motivo real, los sermones…

Independientemente del tipo de familia de que se trate y del grado de concordia que exista en su interior, la aparición de un consumidor en la unidad familiar (como en cualquier otra situación estresante), va a llevar consigo muchos cambios, a los que se tienen que enfrentar Celia y su familia.

Como se describió anteriormente (Conocer permite actuar, 24ª), esta reacción es bastante esperable, pero hay que ayudar a modularla, siendo necesario, a veces, que intervenga una persona ajena al núcleo familiar, para que esta situación se pueda manejar mejor y se resuelva positivamente en menor tiempo (intervención familiar). Se sienten confusos y no saben cuál es la mejor manera para ayudar a Celia y al mismo tiempo no perder la estabilidad familiar.

Esta situación puede ser utilizada por alguna de las partes, para enlentecer el proceso o en realidad no modificar nada, es bastante frecuente entrar en una dinámica que solamente culpabiliza o hace sentir victima a algún miembro.

La mediación descrita anteriormente y el trabajo para la aceptación de la nueva situación como paso previo a la búsqueda de soluciones, se trabaja en los Centros de Atención a Drogodependientes (CAD), ya que en los mismos, la atención es personalizada, integral y a través de un equipo multidisciplinar (Conocer permite actuar, 12ª), incorporando sistemáticamente, si la familia lo acepta, a todo el núcleo familiar en la terapia.

Una vez explicados algunos de los mecanismos que intervienen en el cambio, en la próxima entrega se entrara más en detalle: cómo se producen éstos en la familia de Celia y cual es el que utilizan principalmente.

También…

Conocer permite actuar (XXII). Las dificultades de Celia

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