Celia manifiesta claramente y de distintas maneras, un sentimiento íntimo de infelicidad, sensación que si es lo suficientemente intensa, le puede llevar a realizar los cambios necesarios para dejar de consumir cocaína.
Como es comprensible, a todos nos cuesta mucho cambiar, ya que el cambio no totalmente deseado suele ir acompañado de un periodo de confusión, durante el cual la persona sabe que no puede continuar en esa situación, pues tiene problemas que pueden afectarle de distintas maneras (físicos, psicológicos, sociales…).
Lo que es evidente es que ya ha contemplado varias veces su necesidad de dejar de consumir, incluso parece estar preparada para iniciar la acción que le lleve al cambio de dejar definitivamente la cocaína y todo lo que le rodea.
Para afirmar que ha contemplado el cambio (dejar de consumir cocaína) nos basamos en que ella es consciente de que los perjuicios son superiores a los beneficios que le reporta. Más concretamente:
- Malestar físico, teme tener una enfermedad física…
- Estado de ánimo bajo y cada vez más mantenido en el tiempo, teme estar deprimida…
- Puede “saltar” o “pasar” ante la misma situación, dependiendo de si ha consumido o no, teme terminar no conociéndose…
- Pérdida de relaciones sociales y de amigos, teme encerrarse en sí misma para siempre…
- Distanciamiento con la familia, teme perder a sus seres queridos…
- …
En cuanto a la preparación a la acción de abandonar el consumo de cocaína, ésta ya se ha iniciado, pues ha decidido pedir ayuda a su familia y conjuntamente han decidido solicitar e iniciar un tratamiento.
Ahora comienza (o seguramente ya ha comenzado) un duro camino, que consiste en conseguir y mantener la acción de cambio, que en el caso concreto de Celia consiste en no consumir cocaína. Dicho en otras palabras, tiene que dejar de consumir y mantenerlo en el tiempo, a ser posible, de forma definitiva.
Si al tomar la decisión de cambiar, se ha basado en cosas “importantes” para ella, va a resultarle más fácil, ya que en los momentos de duda (“¿me habré equivocado en la decisión?”, “es más duro de lo que creía”, “ya no tengo fuerzas”…) tendrá algo “potente” en su interior para “agarrarse”.
Cuando una persona se ve forzada (por ella misma, o por las circunstancias) a tener que tomar una decisión tiene que ser consciente y asumir, una vez llegado a ese punto, que tiene muchas cosas que ganar, pero que también en ese proceso tiene cosas que perder y que estas “pérdidas” le pueden resultar muy dolorosas. Por esto es tan difícil el proceso de cambio, aunque la persona esté firmemente decidida a realizarlo, además se añade otro componente, que para algunas personas puede llegar a ser paralizante, que es el miedo a lo desconocido, unido a la “comodidad” que le puede producir estar en una situación ya conocida, aunque ésta sea dolorosa, y/o no deseable para ella.
En un primer momento el trabajo del psicólogo con Celia (apoyado por el resto del equipo multidisciplinar) va a consistir, en ayudar a la “toma de decisiones” y cuando ella se muestre firme en algún o algunos de los pensamientos que movilizan hacia el cambio, se tomarán éstos para marcar las bases del trabajo con Celia en su proceso de cambio y afianzamiento del mismo.
En este proceso hay que estar muy atentos ya que, hay un alto riesgo de que la persona inicie muchos cambios, incluso importantes para su vida, pero que no conducen al objetivo de cambio formulado previamente. Ésta es una situación que hay que detectar cuanto antes, pues lo que esta ocurriendo es que pretende cambiar todo, para precisamente no cambiar nada.
El concepto de “cambiar todo para no cambiar nada” puede parecer bastante confuso. Intentando aclararlo: se cambian muchas cosas, en muchas direcciones y prácticamente al mismo tiempo, por lo que de alguna forma la persona se asegura que:
- No se pueda decir que esta paralizada y que ni siquiera lo está intentando.
- No se pueda decir, que si no se obtiene lo deseado sea por su culpa, es más se puede quejar de lo cansada que está.
- No se pueda decir que no colaboro en el proceso de cambio, incluso así poder tener datos de que el cambio era un error; lo que lleva a no sentirse culpable, o poder culpar a los demás de sus resultados.
- No se pueda decir que “tiro la toalla”, pues lucho, incluso puede decir que se canso para nada.
- No se pueda decir que es un inmovilista, pues ha cambiado muchísimas cosas……
Lo que realmente está ocurriendo, de forma intencionada o no, es que está boicoteando el cambio y reafirmándose y reafirmando a su entorno que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, y/o que el cambio es imposible o innecesario. Situación muy complicada, pues deja sin salida hacia el futuro, solo queda volver al pasado en el que la persona se sentía “cómoda” y del que no quiere salir.
Generalmente es más seguro el cambio “a pasos cortos, pero seguros” y limitado en el tiempo (cambiar para toda la vida no es un objetivo real, pues nuevamente se paraliza el verdadero proceso de adaptación). El cambio firme y definitivo, no se suele producir, hasta que la persona encuentre, en la futura situación, más cosas positivas que negativas. Además es un proceso en el que se producen retrocesos, incluso “recaídas” a la situación de partida.
A Celia le duele, como es lógico, renunciar a determinadas cosas (pareja, y mundo de la noche fundamentalmente) que están directamente relacionadas con el consumo, aunque esté deseando, perder las negativas.