La presentación del nuevo bebé a nuestro perro

La llegada de un bebé a casa supone un gran cambio para toda la familia y, por supuesto, así es vivido también por nuestros animales de compañía.

De esta forma, al igual que realizamos con ilusión preparativos en nuestro hogar para recibir al pequeño recién llegado, debemos actuar de la misma manera con los animales de la casa. En el caso de los perros esta cuestión adquiere especial relevancia por razones de seguridad para el propio recién nacido.

Las recomendaciones iniciales

Como primeras medidas podemos poner en práctica unos sencillos consejos que harán que la adaptación a la nueva situación sea más fácil y exitosa, si bien es importante tener en cuenta que, aunque consideremos todos los posibles escenarios, las circunstancias pueden variar en cada familia y habremos de tener capacidad de adaptación a cambios no contemplados, y no frustrarnos por falta de ajuste a nuestras expectativas iniciales.

  1. Horario realista:

Antes de que el bebé llegue, acostumbre a su perro a un horario que pueda mantenerse una vez que el niño o niña esté en casa.

Comience a dar de comer y a dar los paseos a las horas que vaya a poder hacerlo cuando el bebé esté presente. Este horario será probablemente muy distinto al actual y es mejor que el perro no sufra todos los cambios a la vez, coincidiendo con la llegada del nuevo miembro de la familia.

  1. Calidad de los paseos

Este aspecto adquiere especial relevancia en este momento, en dos vertientes muy importantes:

Habituación del perro a caminar a su lado o sin dar tirones: Esto forma parte de la educación básica que debemos proporcionar a nuestro animal. Si aún no lo hemos conseguido o es necesario mejorarlo es el momento de acudir a un profesional para que le indique pautas al respecto o, en caso necesario, le recomiende el uso de otros elementos de contención, siempre atendiendo el consejo, o incluso la supervisión, de un profesional.

Duración y frecuencia de los paseos: Es recomendable incluir un paseo de calidad, con máxima dedicación al perro, de entre 30 y 45 minutos al día. Aproveche ese momento para acariciarlo, cepillarlo, jugar, etc. Mantenga siempre este rato reservado para él, más o menos a la misma hora todos los días, y asegúrese de que no haya cambios una vez que llegue el bebé. Aunque todos tendrán que acostumbrarse a la nueva situación, esta es una forma de transmitir al perro que todavía cuenta, y a que se sienta importante. El resto de las salidas que realicemos podrán limitarse a pasear, permitir que olfatee y elimine.

  1. Habituación al bozal y a una zona segura:

Para gestionar posibles situaciones de riesgo será conveniente que nuestro perro esté acostumbrado al uso del bozal y a contar con una “zona segura” (habitación o transportín) con la que podamos evitar conflictos o ayudar al perro a calmarse o estar tranquilo durante unos minutos al día.

Son herramientas que pueden ser de gran ayuda ante posibles situaciones complicadas una vez el bebé esté en casa. Esto debe realizarse bajo la supervisión de un profesional.

  1. Buenas maneras

Si aún no las conoce, antes del nacimiento del bebé es el momento de enseñarle órdenes básicas como sienta, tumba, coge y suelta. Facilitarán la convivencia y el manejo de situaciones complicadas más adelante. Acuda a un grupo de trabajo o a un/a educador/a si usted no tiene tiempo. Para cuando llegue el bebé, su perro debería responder a estas órdenes verbales con rapidez.

  1. Habituación a la habitación del bebé:

Antes de que el bebé llegue deje a su perro entrar en su habitación y en la zona de cambiar pañales. No le deje fuera de esos espacios todo el tiempo, los olores nuevos le atraerán y debe acostumbrarse a ellos lo más rápidamente posible. Compre las lociones, los pañales, etc. y deje que el perro las huela antes de traer el bebé a casa.

  1. Juguetes

Piense que si su perro tiene juguetes de peluche o de goma que sean parecidos a los de su bebé no va a saber distinguir entre ambos.

Si los lava adecuadamente después de que los haya usado el perro, no plantearán problemas para la salud del niño, pero en cuanto este crezca un poco puede que comiencen a pelearse por los muñecos. También puede suceder que su perro le robe los juguetes de la mano al niño, o que el niño intente sacarle el juguete de la boca al perro. En estos momentos es cuando existe más riesgo de que ocurra un accidente.

Para evitarlo, antes de que llegue el bebé podemos comenzar a hacer ejercicios de discriminación Estos ejercicios consisten en exponer al perro distintos objetos y juguetes del futuro bebé y los suyos propios y reforzar con juego y algún premio cuando elija el suyo y no hacerlo si escoge el del bebé.

De esta forma conseguiremos crear un contraste a través de la interacción con el animal y la entrega de refuerzos de distinto valor. Funciona muy bien y contribuimos a una educación amable y a generar individuos proactivos.

  1. Otros estímulos:

Cuando nazca el niño, haga que su pareja o la persona que se quede cuidando al perro le lleve ropas usadas del bebé. Esto permitirá a su perro familiarizarse con los nuevos olores a los que se va a tener que acostumbrar. Deje que el perro las huela y distribúyalas por la casa aunque NO permita que las agarre con la boca o las mordisquee.

La llegada del hospital

Este momento y los días siguientes pueden ser complicados dependiendo del tipo de parto o intervención, y al sumársele la falta de sueño y las nuevas emociones puede ser difícil gestionar correctamente situaciones de tensión y dar al perro la atención y dedicación que necesita.

Cuando el bebé y la mamá lleguen a casa, es muy posible que el perro quiera saludar a todo el mundo, especialmente a la madre que ha estado fuera de casa unos días.

Para abordar esta situación podemos intentar que alguien se quede con el niño unos minutos, mientras la madre atiende al perro, y hasta que éste se tranquilice. Si salta o es muy nervioso, póngale la correa para saludar, o salúdele en una habitación distinta. Una vez esté calmado, y todo ha vuelto a la normalidad, puede presentar el bebé al perro.

Es posible que la mejor opción sea, si cuenta con esa oportunidad, que el perro se quede, durante un par de días más, en casa de un familiar, amigo o cuidador al que esté acostumbrado. Es decir, que primero se acoplen la mamá, el bebé y la pareja si la hubiera, y una vez estén todos instalados hagan la presentación con el perro, a ser posible en la calle para que la emoción pueda canalizarse a través de actividad física y tengamos más espacio.

Una vez que su perro haya saludado a todos los adultos que han vuelto a casa desde el hospital, y esté tranquilo, podemos comenzar con las presentaciones. Haga que un miembro de la familia se siente en el sofá con el bebé sobre las rodillas. Entonces usted puede estar libre para controlar al perro. Déjele olisquear al bebé y acercarse e investigar. Póngale la correa si no está seguro de cómo va a reaccionar, o si es inquieto o algo brusco, si se muestra tímido o reacciona con miedo ante el bebé, acarícielo y háblele suavemente, aliéntele para acercarse. No le obligue, ni le acerque el bebé. Si el perro no es muy nervioso puede bajar al bebé a la altura del suelo para que lo tenga más accesible, a veces si está en altura o lejos pueden subirse sobre las patas, saltar o tratar de mordisquear para acercarlo.

Si su perro gruñe al niño debemos intervenir inmediatamente, le alejaremos, le ataremos si no lo estaba, trataremos de exponerle al bebé de otra forma (por ejemplo dando un paseo por la calle con el bebé en el carro o en brazos). Si continúa o vuelve a hacerlo inmediatamente después de alejarlo, debe llevarlo a una habitación y buscar ayuda profesional urgentemente. En cualquier caso, NO le riña. Si regañamos al perro por COMUNICAR que algo no le gusta, dejará de hacerlo, será menos previsible y estaremos contribuyendo a aumentar significativamente el riesgo de agresión. Dejará de confiar en sus propietarios y se sentirá más inseguro.

La vuelta a la rutina

Si pasadas unas pocas semanas el perro acepta al niño sin miedo ni agresividad, se le puede soltar de la correa. Si no, deberá permanecer más tiempo con ella puesta. Necesitará la colaboración de su pareja o de otra persona: intente que mientras uno de ustedes atienda al bebé el otro atienda al perro, y túrnense. Nunca deje al perro solo con el niño hasta que éste tenga edad suficiente como para reaccionar bien delante del perro. Si su perro sigue mostrando miedo, o agresividad, debe exponerlo al bebé muy poco a poco, premiando cada momento tranquilo y alegre del perro. Tenga mucha paciencia. Ante cualquier duda, ponga el bozal a su perro, pero no se confíe sólo con un empujón por descuido puede hacer daño al niño en un momento dado.

La habituación al bozal y a una zona segura pueden ser de mucha utilidad en estos momentos. Tenga en cuenta que SI HAY PROBLEMAS DEBE ACUDIR CON URGENCIA A UN PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN CANINA.

Para que el perro establezca una asociación positiva con el bebé, es decir, que lo considere como algo “bueno” podemos poner en práctica estas sencillas pautas:

  1. Las mejores cosas sólo aparecen cuando está el bebé

Debemos aportar al perro juguetes, comida o juguetes masticables, caricias y atención en aquellos momentos en los que el bebé está compartiendo espacio con los propietarios (siempre que sea posible y seguro). Las caricias o el juego controlado implican la participación de dos personas. Puede ser de gran utilidad el empleo de un juguete como el Kong para mantener a al perro ocupado en estos momentos.

  1. Las mejores cosas no aparecen si no está el bebé

Para complementar el punto anterior debemos «ignorar» al perro cuando no estemos con el bebé. Esto no significa que actuemos de forma extraña o hagamos como que no la vemos, si no que si pide atención, juego o caricias, deberemos «posponerlas» a aquellos momentos en los que el bebé esté presente (y contemos con ayuda de otra persona) De esta manera crearemos un contraste más claro y el perro entenderá que «bebé = cosas buenas».

Nunca deje a solas al animal con el niño por ninguna razón. Tenga en cuenta que su perro aprovechará cualquier descuido para acercarse a investigar sin su supervisión, y cuando se tiene un niño esto ocurre varias veces al día sin nosotros darnos cuenta: suena el teléfono, llaman a la puerta, estamos preparando un biberón por la noche, … Estos periodos cortos de tiempo libre de vigilancia son los que puede aprovechar su perro para hacer una trastada. No solo hay problemas de agresividad, movido por su curiosidad el animal puede, por ejemplo, volcar la cuna del bebe o subirse a ella y hacerle daño con las patas.

Una vez que su perro se ha acostumbrado al bebé, y se muestra cariñoso y sociable con él, no hay ningún problema en que le siga a usted por casa mientras atiende al niño. Insista en que obedezca a las órdenes verbales, o en un momento de mucho ajetreo, con el niño, el teléfono y el pañal no podrá controlar al perro, y pueden crearse situaciones complicadas.

Para el resto de la relación con el niño en el futuro, es importante seguir estas instrucciones:

  • Nunca deje al bebé/niño con el perro sin supervisión hasta que el niño no sea lo suficientemente mayor para comportarse adecuadamente con el perro.
  • Eduque a su hijo a tratar al perro: enséñele a respetar la comida y los momentos de descanso del animal, a mostrarse cariñoso y acariciarlo.
  • Tenga cuidado con perros mayores, con artrosis, otitis u otros dolores crónicos que pueden reaccionar con miedo o dolor al contacto.
  • Tenga mucho cuidado también si su hijo es muy activo o brusco.

Otro momento en el que pueden presentarse problemas en la convivencia entre niños y perros es desde que los pequeños comienzan a andar hasta que tienen unos cuatro o cinco años. En este periodo los niños andan con poca coordinación, se caen, se agarran a lo primero que pillan para no caerse, … Si aquello a la que se agarran es su perro, puede que éste no lo aguante o que se asuste. Vigile cualquier juego entre ellos, y evite interacciones bruscas y especialmente juegos en los que el perro tira de un objeto con los dientes intentando arrancarlo de las manos de una persona.

Piense que un adulto es capaz de interpretar el lenguaje básico del perro, un ejemplo, si el perro nos gruñe al quitarle la comida o tirarle de la oreja dejamos de hacerlo, el animal nos avisa antes de morder pero un niño pequeño no entiende el significado del gruñido y continuará, en algunos casos hasta llevarse el mordisco.

Es igual de importante enseñar al perro a tratar al niño que enseñar al niño a tratar al perro. Así evitaremos situaciones peligrosas para los dos.

La educación básica de nuestro animal es un elemento clave para prevenir incidentes. Madrid Salud ha elaborado un conjunto de videos informativos sobre educación, a cuyos contenidos puede acceder pulsando aquí.

Si a pesar de todas estas medidas observa en su perro reacciones que le preocupen, sea responsable, acuda a un/a profesional en conducta animal y solicite asesoramiento.

DEPARTAMENTO DE SERVICIOS VETERINARIOS

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