Madrid ciudad de los cuidados

Es una decidida apuesta del Gobierno Municipal de la Ciudad de Madrid de ir poniendo en el centro de las decisiones políticas la sostenibilidad de la vida, situando como elemento de análisis la vida cotidiana de las personas, y por otra, el trabajo y la perspectiva de cuidados como aspecto determinante de las condiciones de vida de la población, desplazando el objetivo social de la obtención de beneficio al cuidado de la vida.

Se parte de la definición de Cuidados  dada por Dolor Comas (2016): “Actividades vinculadas a la gestión y mantenimiento cotidiano de la vida, de la salud y del bienestar de las personas”. Así, se considera que los cuidados son la necesidad más básica y diaria que permiten elementos esenciales para la sostenibilidad de la vida, así como para la reproducción social.

Lejos del tradicional abordaje de los cuidados como herramienta normativa para la inserción de las mujeres en el empleo remunerado o como parte de programas asistenciales dirigidos a sectores concretos de población, el Plan Madrid Ciudad de los Cuidados los aborda de manera distinta, autónoma y en toda su amplitud y complejidad.

Los ámbitos en torno a los que se articulan la política de los cuidados en la Administración Municipal son:

La ciudad que cuida el espacio público y la vida en común las actuaciones desarrolladas por la administración en este ámbito son todas aquellas que van dirigidas a crear ciudades sostenibles, saludables y amigables, fomentando también la implicación de una ciudadanía responsable y comprometida en su conservación y cuidado.

Se encuadran aquellas intervenciones dirigidas a configurar ciudades con abundancia de espacios verdes, a promover la peatonalización de determinados tramos de la ciudad, a la generación de itinerarios ciclistas, a fomentar una movilidad sostenible, a la dotación de parques públicos y su configuración para promover el encuentro entre las personas, a diseñar su iluminación como elemento estratégico de la seguridad percibida, a fomentar el uso eficiente de la energía y la utilización progresiva de energías renovables, control de vectores y plagas, etc.

Es decir, todas aquellas actividades no solo dirigidas hacia las personas, sino incorporando a la naturaleza y el medio ambiente como un objeto de los cuidados, para asegurar la sostenibilidad de la vida. La ciudad que administra con cuidado. No se trata sólo de una actividad (cuidado), sino de una práctica que abarca una dimensión ética, emocional y relacional. Por consiguiente, el cuidado es tanto un conjunto de valores como una serie de prácticas concretas.

Es todo aquello que tiene que ver con el buen trato a la ciudadanía, la calidad de la atención prestada, la naturaleza inclusiva de los programas/proyectos diseñados, la personalización de los servicios, el acceso universal a los servicios, el enfoque de los derechos humanos.

 Por otro lado, se refiere a la necesidad de descender a los barrios y a los distritos para asegurar la prestación de los cuidados. Significa reconocer el protagonismo del territorio para lograr hacer sostenibles los cuidados en el espacio y en el tiempo. Desde esta óptica, se encajan aquellas actuaciones referidas a la descentralización administrativa, dirigidas a dotar de autonomía y capacidad de gestión a los distritos, y aquellas cuyo nivel de intervención/planificación sean directamente los barrios.

Por último, administrar con cuidado significa también el empoderamiento de la comunidad y la ciudadanía, manteniéndola informada, articulando canales de participación y comunicación para hacerla participe en la toma de decisiones y en el diseño de las políticas públicas que incidirán directamente en su vida cotidiana. La ciudad sensible a la vida cotidiana (malestares/bienestares). Se encuadra dentro de esta dimensión todo lo que tiene que ver con el día a día de las personas, con su cotidianeidad.

 Es el ámbito, donde las familias, y en particular las mujeres, prestan cada día el cuidado de las personas con dependencia: niños, mayores y personas con discapacidad o diversidad funcional, y por lo tanto, donde se hace imprescindible generar la corresponsabilidad entre hombres y mujeres, reconocer y dignificar dichos cuidados y articular la implicación del resto de los actores: administración y tercer sector.

Se incluye también el cuidado de los grupos más vulnerables de población: personas sin hogar, población inmigrante, familias desestructuradas, en las que los cuidados deben ir orientados principalmente a promover su autonomía e independencia.

Por otro lado, se parte de la premisa de que en muchas ocasiones se asumen como naturales determinadas pautas de conducta en nuestro día a día, que en realidad son problemáticas. Son los denominados “malestares de la vida cotidiana”, que van acompañados de expresiones de ansiedad y depresión; en este sentido, las formas colectivas de cuidado o el fomento de las redes de apoyo mutuo, pueden jugar un importante papel amortiguador de dichos estados. Sin embargo, no se restringen los cuidados sólo ante los malestares del día a día; se considera igualmente importante prestarlos, especialmente desde su dimensión más relacional, en todas aquellas tareas a las que se enfrenta una persona cada día.

Por último, se integra también la dimensión personal del cuidado: el cuidarse, incorporando todas las actuaciones (alimentación, actividad física, emociones, sexualidad, ocio, etc.) que tienen que ver con la prevención de enfermedades u otros problemas de salud y con la  promoción de estilos de vida saludables, teniendo en cuenta sus determinantes sociales. La ciudad que incorpora los cuidados en el sistema productivo. Como una forma de dignificar los cuidados y de reconocerles la transcendencia que tienen como elemento sustentador de la vida. Implica romper con dos dimensiones contrapuestas: la del sistema reproductivo, en la que se han venido ubicando hasta ahora los cuidados, invisibilizados y vinculados directamente a las mujeres, con la del sistema productivo, vinculado especialmente con los hombres y asociado a la producción de bienes tangibles.

La economía social y solidaria puede acoger iniciativas de emprendimiento social en torno a este ámbito, mejorando las condiciones de trabajo y la seguridad vital de las personas que los realizan y contribuyendo a la generación de empleo en un sector en el que la demanda es grande y aún lo será más.

La otra cara de los cuidados en el sistema productivo hace referencia tanto a las condiciones de trabajo de las personas con empleo (cargas de trabajo, remuneración salarial, adecuación perfil profesional al puesto de trabajo, etc.), como el cuidado de todas aquellas que se encuentran en situación de desempleo.

Asimismo, dada las competencias municipales, el cuidado de las personas trabajadoras está especialmente también referido al personal municipal, a quienes se conciben en este Plan como los prestadores directos de cuidados a la ciudadanía.