Protección solar y fototipo

Tomar el sol con moderación tiene efectos beneficiosos para nuestra salud. Entre ellos, estimula la síntesis de vitamina D previniendo el raquitismo y la osteoporosis, puede contribuir a reducir el riesgo de ciertas infecciones y mejora nuestro estado de ánimo.

Pero la sobreexposición solar puede provocar insolación, dermatitis y quemaduras, envejecimiento prematuro de la piel, alteraciones en el sistema inmunitario, reacciones oculares de tipo inflamatorio y, a más largo plazo, cataratas y distintos tipos de cáncer de piel.

Por eso es muy importante tomar el sol con precaución y adoptar medidas de protección, no sólo cuando acudimos a la playa o a la piscina, sino también en la nieve, el campo o la montaña, en la ciudad, y siempre que realicemos cualquier actividad al aire libre.

Los efectos del sol son acumulativos. Se dice que la piel tiene memoria y que conserva los daños solares recibidos de manera progresiva. Por este motivo es fundamental inculcar buenos hábitos de protección desde la infancia.

El sol emite distintos tipos de radiación, como son las radiaciones ultravioleta B (UVB) y las ultravioleta A (UVA), entre otras. Las UVB son las responsables del eritema o enrojecimiento cutáneo y desencadenan el proceso de bronceado. Las UVA penetran más profundamente en la piel y tienen un importante papel como causantes de las alergias solares, de las reacciones fototóxicas y del fotoenvejecimiento de la piel.

No todas las pieles son iguales, ni todas asimilan la radiación del sol de la misma manera. Cuando nos exponemos al sol es conveniente hacerlo con las máximas garantías, para potenciar sus efectos beneficiosos y minimizar los riesgos que entraña para la salud de la piel.

Se denomina fototipo a la capacidad de la piel para absorber la radiación solar. Nuestro fototipo condiciona la respuesta a la acción de la radiación ultravioleta y la capacidad de broncearnos, así como el límite de tiempo aconsejable para tomar el sol.

Hay distintas clasificaciones de los fototipos cutáneos. Una de las más utilizadas sigue siendo la que el Dr. Fitzpatrick (Harvard Medical School) estableció en 1975.  Teniendo en cuenta una serie de características físicas (sensibilidad al sol y pigmentación o color de piel, cabello y ojos), definió una escala con seis fototipos. Cada uno de ellos puede asociarse a determinados grupos étnicos.

I – Corresponde a las personas que prácticamente siempre se queman y nunca se broncean. Tienen la piel muy blanca y delicada, y suelen ser pecosas, pelirrojas y de ojos claros, generalmente azules.
II – Se queman con mucha facilidad y raramente se broncean. Se asocia con piel blanca y sensible, ojos azules o verdes y pelo rubio.
III – Pueden quemarse moderadamente y adquieren un bronceado gradual. Su piel es de tonalidad intermedia, ligeramente morena. Suelen tener ojos grises o de tonalidades claras y cabello castaño
IV – Tienden a broncearse fácilmente y son menos propensas a quemarse. Piel morena, ojos grises o marrones y pelo castaño o negro.
V – Adquieren un bronceado intenso y rápido, y rara vez se queman. Son individuos muy morenos, de pelo generalmente negro y ojos oscuros.
VI – Prácticamente nunca se queman, tienen una pigmentación muy elevada y el bronceado es máximo. Lo presentan aquellas personas de piel negra y ojos muy oscuros.

El bronceado depende de la cantidad y el tipo de melanina presentes en la piel. A mayor fototipo, mayor producción de melanina y, por tanto, mayor capacidad de bronceado. Aquellos que tienen más pigmentación presentan más protección natural frente al sol.

Como puede observarse, las personas de piel clara, pecosas, con ojos azules, rubias o pelirrojas se queman fácilmente y casi no se pigmentan, por lo que tienen que extremar las precauciones al exponerse a la radiación ultravioleta. Sin embargo, las personas de piel oscura también son sensibles a los efectos perjudiciales de la radiación UV, especialmente a aquellos que afectan a los ojos y al sistema inmunológico, no estando exentas tampoco de riesgo de desarrollar cáncer de piel.

Es aconsejable que siempre se utilice un fotoprotector adecuado al tipo de piel, pues prácticamente todos necesitamos protegernos convenientemente. Estos productos, considerados cosméticos, contienen sustancias químicas y/o físicas, denominadas filtros, capaces de absorber o reflejar las radiaciones solares. El tipo de sustancia condiciona su textura.

Dependiendo de su composición, pueden ser

  • Químicos u orgánicos: son los más utilizados. Actúan por absorción de la radiación solar. Captan la energía y la transforman en una longitud de onda distinta, que no produce daño cutáneo. Entre los más conocidos están el ácido para-amino benzoico, el ácido cinámico, el alcanfor, la benzofenona y el dibenzoilmetano. Son los llamados Protectores Solares.
  • Físicos: dispersan y reflejan la radiación lumínica que incide sobre ellos. Actúan como una pantalla opaca. Entre los más utilizados se encuentran el óxido de zinc, el dióxido de titanio y los silicatos (arcillas, caolín). Se denominan también Bloqueadores.
  • Mixtos: incorporan ambos tipos de filtros.

El factor de protección solar (FPS) o índice de protección solar (IPS) es la medida de eficacia de los filtros frente a la radiación UVB. Estima cómo aumenta la capacidad de la piel para evitar una quemadura estando protegida y permite que nos orientemos acerca del tiempo que podemos tomar el sol antes de que aparezca un enrojecimiento o eritema, en comparación con el tiempo de exposición sin filtro protector.

La industria cosmética utiliza diferentes metodologías para determinar el FPS, por lo que, dependiendo de la procedencia de los cosméticos, podemos encontrar índices no comparables entre sí. Uno de los métodos más utilizados por los fabricantes europeos (método COLIPA), clasifica los productos en varios tipos o categorías. Así podemos hablar de productos con nivel de foto protección bajo cuando el FPS oscila entre 2 y 6, medio:  8-12, alto: 15-25, muy alto: 30-50 y ultra cuando es superior a 50. Sin embargo, ni siquiera los productos de protección solar muy eficaces y que protegen frente a ambas radiaciones, UVB y UVA, pueden garantizar una protección total frente a los riesgos que la radiación ultravioleta entraña para la salud. Por ello, no se debe permanecer demasiado tiempo al sol prolongando la exposición, aunque se emplee un producto de protección solar.

Los bloqueadores solares protegen de todo tipo de radiación, ultravioleta, visible e infrarroja. Son espesos al tacto y usualmente de color blanco. Si bien su aplicación es más difícil que la de los protectores solares porque su textura es menos ligera, y estéticamente resultan menos atractivos, su efecto pantalla proporciona una mayor protección. Pueden estar especialmente indicados para personas de pieles sensibles y aquellas con riesgo elevado frente a exposiciones solares intensas y/o frecuentes.

Otra propiedad relacionada con la eficacia de los fotoprotectores es su resistencia al agua. Los fotoprotectores resistentes al agua están especialmente indicados cuando se practica la natación o se realizan actividades acuáticas. Los productos se denominan “water resistant” (resistentes al agua) si mantienen la protección tras 40 minutos de permanencia en el agua, y “waterproof” (muy resistentes al agua) si no han perdido su capacidad protectora después de 80 minutos de inmersión. En cualquier caso, se aconseja repetir la aplicación después de un baño prolongado de más de 20 minutos.

Los fotoprotectores se deben elegir en función de la edad, tipo de piel y zona de aplicación. No hay que olvidar que, sobre todo en la primera semana de exposición, hay que empezar usando un preparado con FPS alto. También es conveniente tener en cuenta, entre otras circunstancias de exposición, la hora del día, la altitud, la latitud, y el índice ultravioleta solar (IUV o UVI) de la zona en que nos encontremos. Consultar este dato puede ayudarle a protegerse convenientemente cuando realice actividades al aire libre.

En cualquier caso, tenga en cuenta estas recomendaciones para protegerse de la radiación solar y tomar el sol con mayor seguridad:

  • Procure no exponerse al sol en las horas centrales del día, entre las 12 y las 16 h.
  • Intente no exponer directamente al sol a los niños menores de 3 años, y nunca a los bebés hasta los seis meses.
  • Hidrátese convenientemente, beba agua con frecuencia. Recuerde que los niños y las personas mayores se deshidratan más fácilmente.
  • El uso de ropa adecuada, que cubra brazos y piernas puede ser la mejor protección. Utilice sombreros de ala ancha, mejor que gorras o viseras, y gafas de sol homologadas con un índice de protección del 99 o 100% frente a la radiación UV.
  • Aplíquese protectores solares.
  • Emplee un fotoprotector con índice de protección más elevado durante las primeras exposiciones. Aumente también el FPS si su piel es clara y sensible, especialmente en los fototipos I y II, en los niños, en embarazadas, si tiene antecedentes familiares de melanoma y cuando esté realizando deportes acuáticos y de montaña. Si es especialmente sensible a la exposición solar, puede utilizar bloqueadores solares.
  • Escoja un fotoprotector de amplio espectro, que proteja tanto de la radiación UVA como de la UVB, y resistente al agua.
  • Aplíquelo sobre la piel seca media hora antes de exponerse al sol. Extiéndalo de forma homogénea, uniforme y sin escatimar, en cantidad suficiente sobre toda la superficie cutánea, especialmente en el contorno de los ojos, orejas, nuca, calva, escote, hombros, dorso de manos, empeines y otras zonas delicadas. Use también fotoprotector labial.
  • Repita la aplicación cada dos horas y después de cada baño, de practicar ejercicio o si ha sudado mucho. Evite las pulverizaciones de agua durante las exposiciones.
  • No descuide la fotoprotección en días nublados o cuando esté a la sombra. La radiación ultravioleta atraviesa las nubes reflejándose en la arena, el agua, la hierba y la nieve.
  • Algunos medicamentos provocan reacciones adversas al tomar el sol, consulte a un profesional sanitario. Tampoco use perfumes y otros cosméticos, podrían causarle problemas de fotosensibilización.

Y recuerde, ante cualquier cambio de aspecto, color, tamaño, grosor o forma de pecas o lunares, acuda al especialista.

Para más información:

¿Sabes protegerte adecuadamente de la radiación solar?

Lo que debes saber de los protectores solares

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