Partículas en suspensión y Salud

¿Qué son las partículas en suspensión o material particulado?

Las partículas en suspensión (PM, Particulate Matter) presentes en la atmósfera se componen de una mezcla compleja de aerosoles y sólidos microscópicos de distinto origen y composición.

Según su tamaño se dividen en distintos grupos, las partículas “gruesas” PM10, que son aquellas cuyo diámetro es igual o inferior a 10 micras (µm) y las “finas” PM2,5 que tienen un diámetro igual o inferior a 2,5 µm. Además, se debe considerar un tercer grupo, las partículas “ultrafinas” PM0,1 con diámetro igual o inferior a 0,1 µm.

Al margen de su tamaño, es preciso recordar que su efecto tóxico está estrechamente relacionado con su composición.

Las PM10 suelen tener su origen en el polvo de distinta procedencia. En nuestro medio se trata, fundamentalmente, de aporte de partículas asociadas a actividades e instalaciones de tipo urbano o residencial como combustión de calefacciones, determinadas industrias, construcción y demolición de edificios u otro tipo de obras públicas, procesos de resuspensión por efecto del tráfico rodado, insuficiente o inadecuada limpieza viaria…, o de tipo natural como esporas, polen o las intrusiones de masas de aire norteafricano que transportan una elevada concentración de partículas principalmente de origen mineral procedentes de regiones desérticas.

En cuanto a las PM2,5, formadas por compuestos orgánicos (compuestos orgánicos volátiles, hidrocarburos aromáticos policíclicos…) o inorgánicos (nitratos, carbonatos, sulfatos, metales pesados…), suelen ser de carácter antropogénico, por la acción del hombre, y están asociadas principalmente al tráfico urbano. Estas son más ligeras, permanecen más tiempo en el aire y pueden desplazarse a mayor distancia.

 ¿Por qué son peligrosas para la salud?

Tanto las exposiciones a corto como a largo plazo se han relacionado con problemas de salud.

Al respirar inhalamos cualquier partícula que se encuentre en el aire. Las partículas pasan un primer filtro en nariz, faringe y laringe, desde donde pueden ser expulsadas al toser, estornudar, con la saliva o por vía esofágica. Si no se expulsan, las partículas más gruesas PM10 suelen quedar retenidas en los tramos altos del sistema respiratorio (tráquea y bronquios) mientras que las PM2,5 penetran hasta zonas más profundas, pudiendo alcanzar los bronquiolos y quedar depositadas en los pulmones. Las PM0,1 ultrafinas, alcanzan los alveolos, lugar donde se realiza el intercambio de gases, pudiendo pasar al torrente sanguíneo, por lo que podrían afectar a diversos órganos causando efectos sistémicos más severos para la salud. Cuanto menor es el tamaño de las partículas que inhalamos mayor acceso y en consecuencia, más perjudicial es su acción para nuestro organismo.

La exposición a niveles elevados de partículas puede causar:

  1. Irritación de las vías respiratorias y de los pulmones empeorando la sintomatología en pacientes con enfermedades crónicas respiratorias (enfisema, EPOC…), asmáticos y alérgicos.
  2. Mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias, con riesgo de aparición de bronquitis, bronquiolitis, etc.
  3. Respuestas inflamatorias en el sistema circulatorio, agravando la sintomatología de enfermedades cardiovasculares y pudiendo provocar arritmias, infarto agudo de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
  4. La exposición crónica a material particulado ha mostrado un aumento de la incidencia de cáncer. De hecho, las partículas en suspensión han sido clasificadas como cancerígenos humanos por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (International Agency for Research on Cancer, IARC).
  5. Otros estudios científicos sugieren que la exposición a altos niveles de partículas también puede asociarse con bajo peso al nacer y partos prematuros, por lo que las embarazadas son un colectivo de especial protección ante estos episodios.

Sus efectos adversos dependen de varios factores, como pueden ser la concentración y composición del material particulado, la duración de la exposición y la susceptibilidad individual.

Por otra parte, cuando las partículas en suspensión aparecen junto a otros contaminantes, se pueden acumular o potenciar los efectos de cada uno de ellos, como sucede, por ejemplo, en días en los que además también se registran elevados niveles de ozono.

¿Qué personas pueden verse más afectadas?

Como se ha indicado anteriormente, son más sensibles a los efectos de este contaminante personas con asma y otras enfermedades respiratorias crónicas (enfisema pulmonar, EPOC…), cardiovasculares y/o trastornos inmunológicos, como, por ejemplo, pacientes oncológicos. Sus efectos también pueden ser más perjudiciales en menores de 6 años y personas de edad avanzada, así como en mujeres embarazadas, por sus posibles efectos sobre el embarazo y el feto.

Asimismo, en momentos de alta exposición a contaminantes atmosféricos, la realización de actividad física intensa puede ser un factor que potencie los efectos negativos en salud, ya que incrementa el volumen de aire inspirado y, en consecuencia, la cantidad de contaminante atmosférico absorbido.

 ¿Cuáles son los principales síntomas?

  • Irritación de ojos, nariz, faringe y garganta
  • Tos y flema
  • Sibilancias
  • Palpitaciones
  • Molestias al respirar pudiendo notar sensación de opresión o dolor en el pecho
  • Sensación de falta de aire
  • Fatiga o cansancio inusuales

Estos síntomas pueden exacerbarse en aquellas personas que se encuentren desarrollando actividades deportivas al aire libre, pues al realizar inspiraciones más rápidas y profundas entrarían más partículas en sus pulmones.

 Recomendaciones sanitarias

En España, los niveles de partículas suelen incrementarse con relativa frecuencia de forma natural por las intrusiones de polvo del Sahara. Esta contaminación natural no puede evitarse en la mayoría de las situaciones. Por eso, en el caso de intrusiones de masas de aire africano, sólo cabe adoptar medidas de minimización de la exposición, ya que no puede actuarse sobre su causa u origen.

Por el contrario, la contaminación generada por las actividades humanas sí puede controlarse o reducirse. A modo de ejemplo, el material particulado procedente del tráfico rodado puede reducirse limitando este. Las emisiones de industrias, calefacciones y obras también pueden controlarse con el empleo de las mejores tecnologías disponibles y con la adopción de buenas prácticas.

Ante niveles elevados de partículas en suspensión, especialmente la población más vulnerable, como son las personas con asma u otras enfermedades respiratorias, los afectados por enfermedades cardiovasculares, las personas inmunodeprimidas, las embarazadas, los niños menores de seis años y las personas mayores deben evitar la realización al aire libre de ejercicio físico o actividades que requieran esfuerzo y, en episodios intensos y en la medida de lo posible, limitar la exposición prolongada en el exterior.

Téngase en cuenta que, en el caso de las partículas en suspensión procedentes de fenómenos de intrusión sahariana, los niveles elevados pueden mantenerse durante todo el día y no experimentar variaciones según se trate de horario de mañana o tarde, como sucede con otros contaminantes.

Algunas recomendaciones a este respecto son:

  • Evite ser demasiado activo al aire libre, optando, por ejemplo, por caminar en vez de correr.
  • Evite las zonas potencialmente más contaminadas, como calles con tráfico intenso, zonas de obras o áreas industriales para pasear, caminar o desplazarse en bicicleta.
  • En casos de elevada presencia de PM10 y PM2,5 puede ser recomendable utilizar mascarillas FPP2.
  • Siempre que sea posible, es aconsejable que las personas con especial sensibilidad programen sus actividades y limiten su estancia en el exterior. En colegios, se recomienda que las salidas al patio sean, en todo caso, más frecuentes y por un tiempo inferior.
  • Reduzca la ventilación de ambientes interiores. Es mejor ventilar más veces, pero por cortos espacios de tiempo.
  • En el caso de personas asmáticas se recomienda tener a mano el medicamento de rescate.
  • Manténgase convenientemente hidratado, beba agua
  • Si tiene problemas en la mucosa ocular, proteja sus ojos con gafas que le cubran también los laterales.
  • Reduzca o elimine el consumo de tabaco.
  • La visibilidad exterior puede verse afectada; extreme las precauciones conduciendo y mantenga la distancia de seguridad.
  • Si siente ahogos, le cuesta respirar, le sobreviene una tos profunda, o empeoran los síntomas de su patología previa, acuda a un servicio de urgencias médicas.

Si quiere conocer la calidad del aire en su zona, consulte en: https://airedemadrid.madrid.es/portal/site/calidadaire

Y recuerde, si es especialmente vulnerable a los efectos de este contaminante, manténgase informado de la calidad del aire y siga las recomendaciones sanitarias.

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