Conocer permite actuar (III). Clasificación de las sustancias psicoactivas. Estimulantes (cocaína, anfetaminas).

A partir de la tercera entrega de “Conocer permite actuar” vamos a tratar los efectos y riesgos de las drogas, empezando por la clasificación de las mismas y una breve descripción de las más utilizadas. En esta entrega vamos a intentar saber más de las drogas estimulantes.

Clasificación de las sustancias psicoactivas:

Las sustancias psicoactivas son aquellas que afectan al humor, a los pensamientos y a las conductas, por lo que se tiende a abusar de ellas y son las que pueden suponer problemas.

  • Drogas estimulantes del sistema nervioso central (cocaína y anfetaminas)
  • Drogas depresoras del sistema nervioso central (alcohol y benzodiacepinas)
  • Drogas alucinógenas (cannabis, LSD, éxtasis, PCP y ketamina)

Drogas estimulantes:

Los efectos de la cocaína y de las anfetaminas a dosis bajas y moderadas son prácticamente idénticos. Aunque los usuarios sostienen diferencias subjetivas entre los estimulantes, en estudios controlados de laboratorio no se discrimina entre los efectos de la cocaína, las anfetaminas y el metilfenidato.

Los estimulantes aumentan la actividad en la rama simpática del sistema nervioso autónomo (incrementan el gasto cardíaco, la tensión arterial, la frecuencia respiratoria y la sudoración). La sangre va hacia los músculos estriados y hacia el cerebro, se eleva la temperatura y las pupilas se dilatan. Ambas tienen efectos anorexígenos.

A nivel conductual producen una elevación del humor, un mayor gregarismo y aparente sociabilidad. Se incrementa la alerta y se produce insomnio.

Aumenta la ejecución de ciertas tareas que requieren esfuerzo físico, lo que puede explicar el abuso de anfetaminas y cocaína que se ha visto en muchos deportistas (mitiga la sensación de cansancio, pero por el contrario, disregula el organismo y anestesia los mecanismos defensivos y compensatorios del esfuerzo).

Los estimulantes aumentan también la resistencia a la fatiga por lo que han sido usados como ayuda para el estudio. Sin embargo, se ha comprobado que hay un aprendizaje dependiente del “estado” que se refleja en que lo aprendido se recuerda mejor cuando el individuo está en el mismo estado mientras que si no, existe una dificultad en recuperar de la memoria lo aprendido. Asimismo se deteriora la ejecución en tareas de razonamiento complejo.

Otra noción falsa es que los estimulantes aumentan la actividad sexual cuando en realidad es cierto que a dosis bajas sí aumenta la erección en los hombres pero disminuye la lubricación en las mujeres, produciendo cierta anestesia que dificulta la consecución del orgasmo en ambos sexos.

Todos los estimulantes a altas dosis pueden producir estados psicóticos. Siendo los delirios paranoides el síntoma más común. Otros síntomas son las alucinaciones de diversos tipos.

Un riesgo importante del consumo de altas dosis de estimulantes es la muerte por sobredosis. La dosis letal depende de muchos factores como son el estado físico y de salud de la persona que consume, la tolerancia que tenga a las distintas sustancias. La muerte puede producirse por varias razones como crisis convulsivas, arritmias cardiacas, infartos de miocardio, hemorragias cerebrales etc. Cada vez es mas frecuente la aparición de problemas cardiacos en personas jóvenes en relación con el consumo de dichas sustancias.

Cuando los estimulantes se toman a largo plazo se producen además de los efectos agudos otros efectos específicos como son la tolerancia y la dependencia. Primero se produce la tolerancia aguda, que es la búsqueda del mismo efecto obtenido tras la primera administración de la droga, que no se vuelve a repetir y además se puede producir tolerancia inversa que sería un efecto máximo con una mínima dosis, lo que explicaría algunas muertes por sobredosis. A largo plazo también se puede presentar el síndrome de abstinencia, que si bien no amenaza la vida es bastante desagradable, que incluye depresión, retraimiento social, deseos de consumir (craving), temblores y problemas de sueño.

El síndrome de abstinencia de la cocaína se desarrolla en dos fases:

  1. El “Crash” que dura entre 1 y 14 días e incluye un deseo intenso de consumir cocaína, con alternancia de estados de extenuación y agitación, unidos a una profunda depresión.
  2. La segunda fase se denomina “retirada” y en ella el adicto puede pasar entre 1 a 10 semanas con intentos de consumo, depresión moderada a severa y una clara sensación de ausencia de ilusiones y para sentir placer (anhedonia).

Los adictos a los estimulantes pueden estar meses y años experimentando intermitentes deseos de consumir cocaína y/o anfetaminas. Todos los dependientes relatan dolor en el pecho, insomnio, fatiga crónica, depresión, importantes dolores de cabeza y sinusitis o rinitis.

COCAINA: Es un poderoso estimulante que se obtiene de las hojas de la planta Erythroxylum Coca. Hay distintas formas de consumo:

  • Fumada: La cocaína fumada se absorbe muy rápidamente por los tejidos pulmonares produciendo un efecto muy potente, muy rápido y de corta duración con una bajada muy severa. Cuando la cocaína está en forma de sal, se quema a muy altas temperaturas, por eso para fumarla es necesario basificar el clorhidrato de cocaína, para obtener una sustancia llamada “baselibre”= el crack, que tiene un punto de fusión más bajo y que se puede calentar y fumar preservando la potencia de la cocaína.
  • Intranasal: Es una forma de administración muy frecuente. Por este sistema sus propiedades de absorción son similares a las de la administración oral, requiriendo entre 10 y 15 minutos para que comience la acción que alcanza su pico a los 30 minutos.
  • Intravenoso: Con la inyección intravenosa, los efectos estimulantes se consiguen en 30 segundos. La cocaína sé metaboliza relativamente rápido y sus efectos desaparecen entre los 20 y 80 minutos después de la administración. Se detecta en orina durante 2 o 3 días.

ANFETAMINAS: Estas sustancias tienen un alto potencial de abuso por su poder estimulante. Pueden utilizarse de forma oral, intranasal y también intravenosa. Esta última vía lleva a un patrón de consumo y consecuencias muy similares a las de la cocaína, ya que mientras el efecto de la dosis intranasal comienza a los 10-15 minutos de la administración, el de la vía endovenosa requiere 30 segundos. A causa de esta subida tan importante que producen y la consecuente bajada, el usuario quiere repetir ese efecto y tiende a la repetición compulsiva de la inyección.

Suelen aparecer estados de psicosis francas con el consumo continuado o con el consumo puntual de altas dosis (por cualquiera de las tres vías) con menos casos de muerte por sobredosis que con la cocaína. Es común, sin embargo, la aparición de estados paranoicos que llevan a actos de violencia.

La vida media de las anfetaminas es mayor que la de la cocaína y sus efectos persisten de 4 a 12 horas. Se detecta en orina durante 2 o 3 días.

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