Conocer permite actuar (V). Drogas depresoras del sistema nervioso central: fármacos depresores.

Durante algunas entregas vamos a tratar de conocer mejor las drogas depresoras del Sistema Nervioso Central, comenzando con los fármacos depresores.

Se trata de fármacos con utilidad clínica; bastante utilizados en medicina pues tienen claras indicaciones para el tratamiento de determinados procesos, como se vera más adelante.

Aunque son fármacos, algunos son utilizados por adictos a otras sustancias para conseguir potenciar o disminuir los efectos de la droga consumida habitualmente.

En la población general también está aumentando su uso por sus efectos sedantes e hipnóticos, al crear la sensación de que se facilita la adaptación a las situaciones estresantes de la vida cotidiana, corriéndose el riesgo de acabar utilizándose como sustancias de abuso.

DROGAS DEPRESORAS:

Quizás la primera sustancia depresora del Sistema Nervioso Central (SNC), que se utilizó (además del alcohol) fue el gas óxido nitroso (gas de la risa). Este gas, produce efectos característicos de una corta intoxicación (como una borrachera) y fue utilizado por dentistas y cirujanos (que hasta entonces carecían de anestésicos). Luego se usó el éter, también como anestésico general.

La más utilizadas se pueden clasificar en:

  • Fármacos depresores (barbitúricos y benzodiacepinas)
  • Alcohol
  • Opiáceos

FÁRMACOS DEPRESORES DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL:

Muy utilizados en la actualidad como sustancias de abuso, por sus efectos sedantes e hipnóticos.

Llamados generalmente tranquilizantes o mal llamados calmantes, pues no calman el dolor, no son analgésicos, solo calman el dolor de forma indirecta en los casos de contracturas musculares de cualquier origen, al relajar el músculo afectado y las contracturas asociadas por las posturas antiálgicas, son buenos relajantes musculares; lo que calman es la ansiedad (ansiolíticos) e inducen al sueño (hipnóticos).

Tienen gran utilidad en medicina como:

  • Ansiolíticos
  • Hipnóticos
  • Relajantes musculares
  • Anticonvulsivantes
  • Inductores a la anestesia
  • Antipánico

BARBITÚRICOS: Se utilizaron principalmente como anestésicos por la corta duración de su acción (2 a 4 horas de media) aunque rápidamente se extendió su uso como hipnóticos (por la inducción rápida al sueño que producían). Sin embargo, el desarrollo de tolerancia que se producía con estos, comenzó a hacer evidentes los riesgos de depresión del SNC con efectos parecidos a los de la sobredosis de heroína (parada respiratoria y muerte). Por estas razones, su uso ha declinado en los últimos años.

BENZODIACEPINAS: Se sintetizan a mediados de los años 50 y comienzan a sustituir a los barbitúricos al tener los mismos efectos sedantes, anticonvulsivantes y miorelajantes, pero con mucha menor toxicidad.

Como drogas depresoras del SNC, tienen efectos parecidos a los del alcohol y los barbitúricos y presentan tolerancia cruzada con éstos, es decir, que cada una reduce los síntomas de la abstinencia de las otras o mitiga la dependencia. Además, sus efectos se potencian unos con otros, de ahí el peligro de combinar pastillas tranquilizantes, alcohol y algún otro depresor del SNC como pueden ser los opiáceos.

Cuando son tomadas por vía oral, se absorben lentamente y tienen una larga duración de su acción (aunque ésta varía entre diferentes productos con diferentes vidas medias, y por esto unas tienden más a ser usadas como drogas de abuso que otras).

Las benzodiacepinas tienen diferentes usos terapéuticos, entre ellos los tratamientos contra la ansiedad y para inducir el sueño. También son recetadas como relajantes musculares y anticonvulsivantes. Algunas se utilizan incluso como anestésicos para procedimientos quirúrgicos. Y desde luego, se utilizan como fármacos de elección en el tratamiento de los síntomas de abstinencia de la dependencia del alcohol (lo que genera muchas veces consumo de ambas sustancias, con los peligros que apuntábamos anteriormente de las sobredosis).

El consumo continuado de benzodiacepinas produce el desarrollo de una tolerancia y tolerancia cruzada con otras drogas depresoras del SNC.

Se puede producir abstinencia al cesar el consumo de dosis altas y a largo plazo; también se han descrito síntomas de abstinencia en pacientes con dosis medio-altas y solo un mes de tratamiento. Estos síntomas son similares a los asociados con la abstinencia del alcohol y de los barbitúricos, pudiendo no aparecer en una semana y luego, sin embargo, durar un mes. Los síntomas más frecuentes son insomnio, ansiedad, temblor, e incluso síntomas severos como son las crisis convulsivas o, incluso, la muerte.

El consumo abusivo de benzodiacepinas es moderado en comparación con otras drogas depresoras del SNC; siendo mayor el abuso entre personas que han tenido problemas con el alcohol y entre sujetos en tratamiento psiquiátrico.

Cuando se utilizan abusivamente, se prefieren benzodiacepinas de vida media corta y rápido comienzo de su acción (Rohipnol®), ya que sus efectos son más inmediatos e intensos que los de las de vida media larga y lento comienzo de su acción. De hecho, son las benzodiacepinas de vida media corta las que tienen un mayor riesgo de dependencia.

Como en otras drogas depresoras, los efectos secundarios de las benzodiacepinas implican deterioro de las habilidades motoras. Estos efectos evidentemente, son mucho mayores y peligrosos cuando estas drogas se combinan con alcohol o con otras sustancias depresoras (heroína, metadona, etc.).

Recientemente se ha demostrado que las benzodiacepinas interfieren con el almacenamiento de la información, produciendo una amnesia anterógrada (es decir, la limitación en la capacidad de recordar la información nueva).

Pueden producir amnesia de hechos recientes (conversaciones, actos delictivos, etc.) sobre todo cuando son combinadas con otras sustancias (alcohol, por ejemplo).

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